Imágenes desgarradores hemos visto a través de la prensa después del terremoto que azotó a Haití. Perdieron sus casas y una parte de la vida en menos de un minuto y desde entonces se hacinan en el centro de Puerto Príncipe, convertido en un gran campo de emergencia en el que decenas de miles de damnificados por la catástrofe piden a gritos agua, comida y medicamentos.
Sucios, heridos, desesperados y llorosos, estos haitianos improvisaron coloridos toldos de tela para refugiarse y miran repetidamente al cielo esperando ver pasar los aviones que vendrán a socorrerles y les ayudarán a empezar de cero.
Unidos por la desgracia, se cuentan sus historias que en el fondo son una sola: la casa se hundió bajo sus pies, una parte de la familia salvó la vida de milagro y dejando atrás a algunos de sus seres queridos vinieron a los Campos de Marte con lo puesto. Así el tiempo parece pasar más rápido.
Complejo escenario
La avenida huele intensamente a polvo y orina y con las horas y el intenso calor, la situación sólo empeora. Algunos han bebido hasta la sucia agua de las fuentes públicas.
"Tenemos un gran peso en el alma. No sabemos qué decirles a nuestros hijos sobre qué pasara mañana", afirma Marie Denise, madre de cuatro niños.
Como blog y como ser humano quiero brindar mis condolencias a las familias de los cientos de muertos que yacieron en Haití y aunque no sea algo tangible, quiero enviarles mucha fuerza para estos momentos difíciles. Latinoamérica y el mundo pese a sus conflictos es uno y sé que la mano solidaria estará con ustedes en este momentos de tanto dolor.
Datos: El Mercurio