sábado, 25 de octubre de 2008

Entrevista a Arjona




De un lado de la avenida Escobedo, el bosque Chapultepec extiende su verde hasta la zona de Polanco, donde el DF mexicano alberga su nueva zona top.
Del otro, un poco más allá del Paseo de la Reforma, invento del emperador austríaco que Napoleón depositó en estas tierras, el hotel Camino Real combina algo de sofisticación con señales de un pasado mejor.

En una de sus suites interminables, Ricardo Arjona hace de anfitrión. De jean y camisa, con algunos collares y pulseras que bien pudo haber comprado en alguna feria artesanal porteña, algo de barba y una amplia sonrisa.

En la gacetilla de presentación de su nuevo disco, anticipa que durante los próximos seis meses dirá que es el mejor que hizo hasta ahora. "En verdad pienso eso cuando termino los discos. Y además, creo que así debe ser", dice. Aunque aclara que en el momento de un análisis más frío, el que va ganando por ahora es Si el Norte fuera el Sur.


Sabiendo eso, 'no existe la tentación de repetir la fórmula una y otra vez, tanto de tu parte como de la discográfica?

No. La gente podrá pensar cualquier cosa, pero jamás en mi vida he escrito una sola línea de una canción pensando en el efecto que va a provocar. Cuando hago una balada como Te conozco, que me ubica más entre los cantantes melódicos, o cuando hago una canción como Jesús, verbo no sustantivo o Si el Norte fuera el Sur, que me ubica del otro lado, las dos me llenan completamente. Yo nunca tuve un tipo con un palo diciéndome qué tengo que cantar.


¿Ni siquiera en tus comienzos?

No. Mi única concesión fue grabar un cover en Animal nocturno. Por más que me critiquen, me siento satisfecho con lo que hago. Aunque después no sepa adónde va a ir a parar eso que hice.

¿En qué te puede afectar eso?

A veces las compañías de discos salen con lo que sienten que es más accesible para el público. Entonces la gente se queda con lo que escucharon en la radio y piensan que eso es el disco. Por eso grabé Lados B. Para rescatar esas canciones que se quedan olvidadas. El tema más importante que tengo en vivo es Sin daños a terceros. Y jamás sonó en ninguna parte. Los que escucharon completamente mis discos rescatan eso. Los otros se quedaron con Señora de las cuatro décadas o Te conozcoDime que no.

Arjona resalta su costumbre de combinar la crónica social con asuntos sentimentales. "No puedo cerrar ventanas. No puedo decir que soy un cantante melódico, de protesta o un cantautor urbano. Sería someterme al rigor de los rockeros a ultranza. Y no me interesa", asegura. Y agrega:"Estoy intentando salirme cada vez más del patrón".


¿En qué sentido?

Por ejemplo, Quiero es una canción de amor. Pero aborda el tema en sólo tres líneas. Luego habla de Bush, de Cuba. Y menciono que quiero regalarle una flor al amor de mi vida. Pero evito el te extraño y lo digo de otra manera.


Ese intento de salirte de los patrones, ¿no es un problema a la hora de indentificarte con un género?

Es que no quiero pertenecer a un género o corriente. Y eso me ha acarreado algunos problemas con algunos críticos. Con esos eruditos de la música o las palabras. Pero, 'por qué voy a negar que vi las películas de Sandro, o que me aprendí algunas canciones de Camilo Sesto o Roberto Carlos? 'Por qué no voy a decir que me gustaba mucho Silvio Rodríguez, y que me encanta Pablo Milanés? 'Es que no pudieron gustarme las dos cosas?

Aunque lamenta que el lugar fantástico que le dieron como cantante en Buenos Aires le quitó la tranquilidad que tenía para componer, reconoce que es un lugar que lo incita a escribir. Y, mientras evoca aires tangueros en alguna canción de su nuevo disco, apunta: "Argentina es un país en el que se le presta mucha atención a ciertas apariencias".

"Durante los años que viví en Buenos Aires me sometí al rigor de la pseudointelectualidad porteña. Si habia que leer Conversación en la Catedral, de Mario Vargas Llosa, lo hacía aunque fuese complicadísimo. Porque había que leerlo. Y algo parecido pasaba con la música", recuerda.

¿Y ahora?

Vivo mucho más relajado. Hago historias y canciones, y las ligo con la música que les venga bien. Yo me tengo que sentir cómodo. Y las canciones también. Los intelectuales tienen el fantasma de ser interesantes siempre, y son terriblemente aburridos. A mí me parece que hablar pendejadas, como dicen acá, es una terapia interesante. Cada uno adopta su posición.

O su pose.

Claro. Porque si analizás la música pop y la under, no sé quién adopta más poses y quién busca más ropa en las boutiques. Y ojo, que la ropa que te hace aparecer desgarbado es más cara que la otra. Hay tantas poses de un lado como del otro. Y yo estoy en el medio. Lejos de quienes creen que es un pecado vender muchos discos y llenar 35 Luna Park, y que aparentan estar jodidos aunque vivan bien. Estar en pose pesa. Te hace vivir en la mentira. Y yo soy lo que soy. Un tipo al que le fue bien y que hace lo que le gusta.


¿Y cuánto de eso hay en los personajes que asumís en tus canciones?

Toda la gente que hace poesía, canciones, literatura, le pone una lupa a las cosas. Se exageran muchas y otras se dicen tal cual son. Si no, te quedás en la trivialidad de una conversación normal.


¿Esas cosas que se dicen tal cual son incluyen partes del Arjona privado?

En verdad yo me dibujo en mis canciones como otros personajes. Como hacen los pintores, que se ubican en un contexto que no les pertenece. La hoja en blanco te da la posibilidad de crear un mundo tal como te gusta. Eso no quiere decir que no haya canciones autobiográficas, que me identifican. Pero son las más difíciles. Yo no exorcizo mis sufrimientos personales con canciones.



Fuente: MEXICO D. F. ENVIADO ESPECIAL /Por: Eduardo Slusarczuk