domingo, 16 de septiembre de 2007

"Muchisimas de mis canciones son como eslóganes"

(Ésta es una entrevista que le realizó el diario argentino "Clarín" a Ricardo Arjona, de ahí el extracto de la noticia).

Lluvia tropical en Barranquilla: el bar La Cueva parece un refugio atómico en el que Ricardo Arjona -43 años, metro noventa y cinco, autor de las metáforas más intrépidas de la música popular latina- acaba de terminar su tercer mojito; antes, picó ceviche. La Cueva es un sitio con un barniz legendario: aquí se formó en los años 50 el llamado Grupo de Barranquilla que integraban una docena de poetas, periodistas y novelistas entre los que sobresalía Gabriel García Márquez. La entrevista se iba a hacer en un hotel de Cartagena pero a último momento Arjona cambió de planes. "Vente para Barranquilla, que es mejor", dijo el guatemalteco y allí fue Clarín, cual caimán, bordeando el Caribe durante 180 kilómetros en una combi estoica y con un chofer amante del vallenato y el volumen alto.

Cuarto mojito, Arjona enciende un habano nicaragüense, sonríe y provoca: "Hagamos una buena entrevista. No me preguntes por mis inicios y esas cosas. ¿Para qué está internet?". Se muestra amable y confesional. Dice que en ningún lugar del mundo le inventaron tantas entrevistas como en la Argentina. Y que está satisfecho con su disco Quién dijo ayer (ver Sandro de...). "La disquera quería sacar un disco de grandes éxitos. Y no me pareció, es venderle a la gente algo que ya compró. Entonces pensé: Ok, hagamos los éxitos, pero vamos a vestirlos bien diferentes. Me dije que esta vez no me quería meter en la cosa de la producción, así que llamé a un par de gringos que leyeron bien el sonido que yo buscaba. Metí invitados, tres temas nuevos y ya. Creo que es un gran disco ".

- Sandro dice: "Yo no compro lo que vendo. Cuando entro a mi casa me saco el traje de Sandro y soy Roberto"..."
No compro lo que vendo..." ¡Es buenísimo! Yo termino los 35 Luna Park y al día siguiente... todo normal. No creo en nada de lo que está pasando. Es que puede resultar enloquecedor. El éxito es una droga dura. Pero te repito, no me tomo en serio. Y cuando en un restaurant ponen una canción mía para hacerme un cumplido, por Dios, es un padecimiento. Pido que la saquen.
- Hay mucha gente que detesta tus canciones. ¿Por qué pensás que te critican?
Mirá, si la critica viene de un colega, es sospechoso. Hay mucha envidia. A mí si me preguntan por un músico que no me gusta, evado la respuesta. Creo que hay que ser cuidadoso. A mí se me considera cantautor porque escribo y canto, pero la palabra "cantautor" me sabe a algo muy sobrio. Yo tengo muchas ventanas y le canto a lo que quiero. De vez en mes es una de las canciones que más me critican y yo creo que es una de las mejores canciones que escribí.
- Es que sorprende la audacia de algunas imágenes...
El ejercicio de escribir es algo personal. Yo me cago en los intelectuales o, mejor dicho, en los pseudointelectuales. Sin embargo, te voy a confesar algo que nunca dije y que no sé si debería decirte: yo estudié en la facultad la carrera de Ciencias de la Comunicación, más que nada porque era una de las pocas que no tenía matemáticas ni álgebra. Un año incluía Publicidad y lo que mejor me salía era hacer eslóganes. Y me fui perfeccionando. Es un ejercicio fenomenal. Yo trabajaba de maestro y ganaba 240 al mes, paralelamente jugaba al básquet y me pagaban 60. Con los eslóganes empecé a cobrar bien. Me pedían un eslogan sobre cualquier cosa y lo resolvía... ¡sin tener que ir a una oficina! Ahora, reviso mi obra...
- Te diste cuenta de que tus canciones están llenas de eslóganes...
Así es. Esto tomalo como una confesión. Muchísimas canciones son como eslóganes: El problema no es que mientas, el problema es que te creo/ El problema no es que juegues, el problema es que es conmigo. Escribir no deja de ser un oficio.
- ¿Te considerás un tipo de izquierda?
(Duda) Siempre tuve ideas de izquierda... En Guatemala enseguida te catalogan de "rojo". Yo me acuerdo de mi madre, después de un viaje que hice a la Nicaragua sandinista, quemándome en el patio los nueve tomos de Lenin que había comprado. No sé si soy de izquierda, ¡pero mi madre sí es de derecha! Igual, lo hacía para protegerme. Tampoco quería que tocara la guitarra, yo en aquel tiempo estaba muy metido en la cosa de panfleto.

- ¿Mirando hacia atrás tu carrera, hacés alguna autocrítica?
Sí, claro. Señora de las cuatro décadas tiene algunos versos espantosos. Pero bueno, como te decía antes, hago lo que puedo. Cometo muchos errores, pero tengo algunas cosas claras. Ya no caigo -he caído- en el error de hacer mi trabajo para los colegas. Eso es terrible. Mira: hay un grupo en Venezuela que es buenísimo. Se llama Guaco, es fantástico. Nos vinieron a ver a un show y yo procuré que mis músicos no se enteraran porque sabía lo que podía pasar... Al final se enteraron de que estaban en el estadio. Como lo sospechaba, tocaron pésimo. Les dije: Mierda, vienen cinco tipos de Guaco que ni siquieran pagan entrada y ustedes se ponen locos y tocan como el culo. Hay diez mil personas más también.... El prestigioso quiere ser popular y el popular, prestigioso.

- ¿Y vos?
Yo me cago en el prestigio.