Noche de verano en invierno. Parece un contrasentido, pero es la expresión que resume lo que 12 mil personas vivimos el pasado viernes en La Macarena, durante el concierto que dio inicio en Colombia a la gira 5to. piso , del cantautor Ricardo Arjona.
Para quien escribe estas líneas, el desespero aumentaba con el paso de los minutos, si se tiene en cuenta que desde las 5:45 p.m. me encontraba en el recinto y el cansancio comenzaba a hacer estragos.
Mientras los "arjonacompulsivos" clamábamos por su aparición, a las 8:20 p.m. salió al escenario la intérprete colombiana Vicky Echeverri, quien cantó cuatro temas. La emoción aumentaba y los latidos de mi corazón se aceleraban? parecía que por fin, después de 20 años de admirarlo, iba a escucharlo en vivo, y muy cerca de mí. Sin embargo, el guatemalteco seguía tras bambalinas y a las 8:40 p.m. los muchachos de Pasabordo comenzaron a calentar las gargantas con tres de sus canciones más pegadas.
Una prolongada espera, los corazones a mil y el suspenso generalizado se impusieron durante eternos minutos que culminaron a las 9:15 p.m., cuando las notas de la canción Quinto piso nos hicieron entrar en éxtasis.
Mi visión estaba borrosa y mientras luchaba contra la marea de cámaras por obtener un espacio para mis fotos, me di cuenta de que Arjona no se veía? hasta que la euforia colectiva nos hizo descubrirlo en ese universo de cinco pisos, un bar y la "Barbería del Peluco", entre otras estampas alusivas a sus canciones. Su figura imponente y su voz me confirmaron que ese era mi ídolo y que estaba sólo a unos metros de distancia.
Varias canciones después y en medio de los gritos de "¡Papacito divino!", el intérprete de Mujeres saludó con un "¡Medellín, buenas noches! ¿Hace cuánto que no los veía? No hay mejor remedio para los amigos que no se ven hace tiempo, que cantar". Y señalando que "estamos aquí para lo que se les dé la gana", nos contó que deseaba cantar lo que quisiéramos.
Paisa por un ratico
Un viaje a lo largo de sus clásicos, los temas nuevos y los más recordados hicieron las delicias de todos. Canciones como Desnuda, Historia de taxi, Realmente no estoy tan solo y Acompáñame a estar solo fueron coreadas, dedicadas y hasta dramatizadas por quienes se "empeliculan" con graciosas coreografías.
Precisamente en la canción del taxista, cuando dice: "Después de un par de tequilas, veremos qué es lo que pasa?", Arjona se puso en sintonía con el respetable y prefirió que su personaje invitara a la dama de la historia a "un aguardientico". Parece que le quedó sonando el asunto y más tarde recibió una botella de guaro ofrecida por un espectador, bebió y compartió con sus músicos.
Entre una canción y otra, el cantautor hacía comentarios sobre relaciones entre hombres y mujeres, mandaba algunos besos a quienes lo piropeaban y miraba con atención a su público. Tanto que repentinamente se dirigió a una dama de preferencia y la invitó al escenario. "¡Qué envidia!", decían mis vecinas, mientras los gritos subían de intensidad.
A estas alturas, quise tener más de 40, pues la asistente tuvo el privilegio de que Arjona le dedicara, casi al oído, Señora de las cuatro décadas.
Varias despedidas
Es costumbre de los artistas hacer amagos de despedida y Ricardo no fue la excepción. A las 11:20 p.m. nos dijo: "¡Gracias!", mientras nos negábamos a dejarlo ir coreando: "¡Otra!". Suspenso y salió de nuevo con una de las canciones más solicitadas: Tarde (sin daños a terceros). Hubo una locura general, como si muchos sintiéramos que esa historia es la nuestra.
A las 11:35 p. m. nos dijo: "¡Gracias Medellín!" y le respondimos, "¡Se lució, Arjona, se lució!".
Regresó con Mujeres y ya nuestras voces sonaban roncas y desgastadas.
Con el reconocimiento a su banda fue poniendo punto final a la noche y demostró aun más su amor por la capital antioqueña cuando nos presentó a "Cata de Medellín", quien es nada más y nada menos que Catalina Wolff, asistente personal del guatemalteco.
Ricardo Arjona se fue a las 11:40 p.m., pero nos dejó el recuerdo de una noche lluviosa de abril, en la que la admiración y las voces de sus seguidores paisas convirtieron el frío atmosférico en calor emocional.
Escrito por Claudia Sánchez Aguilar