jueves, 17 de julio de 2008

El trovador contesta



Ricardo Arjona es catalogado como un ícono en el mercado de habla hispana, pero lo cierto es que este guatemalteco ha declarado en un sinnúmero de entrevistas que extraña el contacto con lo cotidiano, con la gente, el poderse sentir uno más de los que siguen su caminar por las calles a rumbos muchas veces desconocidos; en la esfera de lo público le tocó enfrentar los artículos que hacían referencia más a su separación que a su música. Sin embargo, esto quedo atrás, se le ve contento y bien acompañado y a portas de un nuevo disco que lo puede llevar a retornar el escenario, que es lo que más ama su fanaticada. 

En este marco y para contextualizar el abandono de este sitio dedicado para los arjonianos quiero tomar unas preguntas que le realizó la periodista Marina Zucchi a este "Santo Pecado" y nos refresque las justificaciones de por qué decimos o reafirmamos que más que seguir su música, seguimos pensamientos, seguimos a un artista. 

- ¿Se te ha pasado por la cabeza el que ya no tengas más que decir? 

Es un miedo muy recurrente en los que hacemos cualquier asunto de carácter creativo. Siento que uno debe aprender a lidiar con el asunto. Y que así como hay días en que puedes escribir dos temas, hay meses en los que no puedes escribir nada. Uno debe tratar casi de manera obligatoria de aterrizar. Llenarse de objetividad, poner los pies en el suelo. En el momento en que uno se siente más especial que los demás, se jorobó.

- Imposible no sentirlo en tu lugar. ¿Que hacés en esos casos para remediarlo?

Me rodeo de gente objetiva que me dicen las cosas como deben de ser. Uno debe tener sexto sentido y saber cuándo vienen con ganas de alabarte. Trato de estar con gente objetiva, sino me siento comprado. Extraño el contacto con la gente. Tengo mejor relación con la gente del pueblo que con la otra. Porque yo pertenecía ahí. Soy un tipo de ir de a pie o en colectivo. Y de quitarse los zapatos y poner los pies sobre la mesa.

Argentina. La palabra no le es ajena. No porque haya logrado ingresar con éxito en su mercado musical, sino que la historia es mucho más vieja: data de 1989, cuando un joven Arjona abandonó Guatemala y se lanzó a la aventura de cantar en la calle Florida a cambio de unas monedas. Hoy, en retrospectiva, se ríe de esas épocas y confiesa que fueron las mejores: "En tu país me la paso bien. Si no quedara tan lejos, viviría allá. Pero mi base está en México. Aquel era un tiempo en que la gente no me conocía en lo más mínimo, entonces yo andaba haciendo una sarta de locuras...

- Te portabas mal...

Muy mal. No te voy a contar todo (Risas). Pero portarme mal es prácticamente lo mismo que haberme portado muy bien. No me arrepiento absolutamente de nada. Fueron los mejores meses de mi vida. Nunca disfruté tanto. Vivía una vida interesante. Cantaba por ahí en un piano bar y me daban hospedaje y desayuno gratis. Entonces desayunaba siempre antes de acostarme. Tenía una vida absolutamente extraordinaria. Una aventura deliciosa que me cambió la vida. Cuando regresé tenía ansias de vivir ese proceso otra vez. Por eso marché de nuevo, trato de estar en constante cambio, no arraigarme. No soy un tipo tan establecido. A mí me sirve y al autor le sirve más.

- Después de largos años, te separaste de la mujer que conociste en Buenos Aires. ¿Cómo estás hoy?

Más relajado. No tan alerta como lo estaba antes. Estoy tranquilo. Estoy bien. En paz. Contento. La mejor venganza contra la gente que te quiere hacer daño es estar tranquilo. Ahora estoy en pareja. Soltao y emparejao. Pasé por el proceso de una separación y estoy tratando de reivindicarme en el asunto de pareja. No es algo de lo que me gusta hablar. Poco tiene que ver con lo que hago. Sé que la gente es curiosa. Sólo te digo que salgo con una mujer. Los gustos no me han cambiado tanto. (Risas)

- Hablando de mujeres, ¿Cómo explicas que a ellas les lleguen tanto tus letras?

No sé, lo mejor para escribir canciones es no tener método. Sólo que las canciones me gusten y me entretengan. Después vas y las compartís y encontrás aliados. Yo digo que hay discos que me acercan más a los hombres y otros a las mujeres. Si el norte fuera el sur es casi masculino. Sin daños a terceros es un disco completamente femenino. Santo pecado habla con los dos. No es una cuestión que planifique desde el target. Este álbum no sé adónde irá a parar. No soy un tipo que diga, ahora voy a hablar de esto. Tomo la guitarra y listo. Hice canciones que pintaban como de denuncia y terminan por ser de amor...

En Guatemala Arjona es Gardel. Para ellos, se ha vuelto algo así como el tercer embajador después de los premios Nobel Rigoberta Menchú y Miguel Angel Asturias. En las radios suenan sus temas, la ciudad está empapelada con sus afiches y en los diarios su presencia es tema de tapa. Pero él insiste que la fama no lo ha cambiado. "Trato de seguir estableciendo un contacto con la gente para que no me vea distante. Es para mantener el nexo y no perder el hecho de saber que vengo de aquí. La imagen de inalcanzable no me gusta. Quisiera ir a comer una naranja a la esquina, pero es difícil", dice lamentándose por el anonimato que perdió en su país, aunque feliz por haber abandonado el escenario de la calle.

Su popularidad justamente lo enfrenta a situaciones tan extrañas como pintorescas. Una fue el pedido desesperado de una chilena, quien mediante una carta le imploró que le diera un hijo. Ante tamaño pedido, Arjona festeja: "Me encantó.. Hay detalles que me causan agradecimiento".

- ¿Nunca le respondiste?

 ¡No! (Se ríe). Nunca supe quién era. El mensaje llegó a la oficina, nada más. Eso sí, lo celebré.