El triunfo del promisorio intérprete Carlos Peña, ha establecido un historial sobre si éste será el sucesor de Ricardo Arjona. Dicha situación se acentúo más por la admiración que tiene el joven ganador hacia el trovador y por la procedencia guatemalteca de ambos. Lo cierto es que a la hora de poner los elementos encima en la balanza, hay un resultado claro y es que el cantautor cuenta con una vasta trayectoria discográfica que le ha significado bater record históricos en venta de discos, en llenar los escenarios donde se presenta y por toda una veta artística que lo posiciona como uno de los mejores cantantes latinoamericanos.
Entonces me pregunto qué pasa con el público ¿necesita estar reciclando sus productos musicales?, ¿le gusta comparar a los ídolos consolidados con los de hoy? Nuestros intereses van cambiando, somos una audiencia que no se satisface fácilmente y siempre andamos buscando más. Si es que no nos acomodamos a ese material va directamente al tacho de basura o al olvido. Estamos poniendo siempre a prueba a las “figuras de la voz”, porque los aplausos no son gratuitos, requieren de que suden la gota gorda y que instalen en su repertorio la innovación y la expectativa.
Sólo en caso de que llegue a realizar reiteradamente bien su labor lo hacemos nuestro “regalón” y si seguimos cariñosos lo podemos perdonar por alguna falta. Y ese es el punto, el compositor de “Historias de Taxi” tiene esa mezcla de santo pecado, al cuál sus seguidoras no olvidan, y que hacen presente pese a años de ausencia. Es un gangster de la música que no se le permite pasar a las páginas antiguas, que no existe “el problema” y que cada “minuto” que pasa al escuchar su entonación no es la apertura de su baúl como intérprete, sino que el inicio de su renacer.
